Observan por primera vez una supernova desde su nacimiento

Esta supernova, denominada SN 2018aoz, explotó el 29 de marzo de 2018 y pudieron detectarla a partir de una hora desde la primera luz de su explosión

Un equipo internacional liderado por el Dunlap Institute de la Universidad de Toronto ha observado por primera vez una supernova de tipo ‘Ia’ desde el mismo momento de su nacimiento, según un estudio publicado por la revista Nature Astronomy.

La investigación se ha realizado utilizando la red de telescopios KMTnet (Korea Microlensing Telescope Network) en Chile, Sudáfrica y Australia.

Según explicó el científico español Lluís Galbany, del Instituto de Ciencias del Espacio (ICE-CSIC) y que ha participado en el trabajo, las supernovas (SN) son el resultado de explosiones estelares y las de tipo Ia son explosiones termonucleares de estrellas enanas blancas en sistemas binarios, y conforman la variedad observada más común.

“Son de vital importancia para comprender el origen de los metales y la expansión acelerada del universo”, resaltó el investigador, quien recordó que, pese a su importancia, aún quedan preguntas pendientes sobre sus orígenes, pues los mecanismos de explosión de las supernovas Ia continúan siendo objeto de debate científico.

Los científicos Yuan Qi Ni, Dae-Sik Moon y Maria R. Drout, del Dunlap Institute de la Universidad de Toronto, han dirigido este programa internacional para obtener la detección más temprana de supernovas y hacer observaciones de seguimiento integrales.

De acuerdo con los investigadores, esta supernova, denominada SN 2018aoz, explotó el 29 de marzo de 2018 y pudieron detectarla a partir de una hora desde la primera luz de su explosión, lo que supone la localización multibanda más temprana de una supernova tipo Ia hasta la fecha.

Además, han obtenido información natal crucial de cómo tuvo lugar la explosión.

“Las supernovas tipo Ia tardan unos 16-19 días desde que explotan hasta alcanzar el máximo de brillo. Si tuviéramos instrumentación observando todo el cielo todo el rato descubriríamos SN en sus primeros instantes, pero hasta hace unos cuatro o cinco años esto no era posible”, puntualizó Galbany.

Los nuevos proyectos, como ASAS-SN, ZTF o ATLAS, usan telescopios relativamente pequeños para escanear todo el cielo más a menudo y pueden encontrar objetos que no estaban antes con una antelación que previamente era imposible.

“Antes -precisó- era un hito descubrir una SN a los siete o nueve días desde la explosión y ahora ya se pueden descubrir bastantes en el lapso de uno a tres días desde la explosión”.

En este caso, es incluso más temprana, ya que la SN fue detectada a partir de una hora desde la primera luz de su explosión.

El ICE-CSIC ha contribuido con las observaciones en el infrarrojo realizadas desde el observatorio de Cerro Tololo en Chile (telescopio SMARTS, instrumento ANDICAM).

“La SN 2018aoz forma parte de un conjunto de supernovas tipo Ia que estábamos observando en el infrarrojo para medir distancias a sus galaxias y así poder determinar el ritmo de expansión del Universo local”, detalló el investigador.

Galbany informó de que los datos obtenidos hasta ahora revelan una concentración de metales de la familia del hierro en el 1 por ciento más externo del material expulsado por la supernova.

Esto pone de manifiesto un rápido enrojecimiento de la luz de la supernova, es decir, una absorción temporal de su luz más azul, durante las doce primeras horas de su infancia.

Este descubrimiento indica que las explosiones b de supernovas tipo Ia podrían ser iniciadas por la quema de material en la superficie o bien que sufren un proceso de mezcla extremo que hace que los elementos más pesados del interior florezcan a la superficie.

Además, según los investigadores, estos datos tan tempranos permiten distinguir entre diferentes modelos de explosión de supernovas Ia.

Con información de EFE